Poemas, de Agatha Christie

Abajo en el bosque

Ramas de castaño desnudas contra un cielo azul,
(Y silencio dentro del bosque)
las hojas, lánguidas, caen bajo tus pies,
troncos marrones llamativos están esperando el momento oportuno.
(Y silencio dentro del bosque)
La primavera ha sido justa con el hábito de la juventud,
el verano con su generosidad lánguida de amor,
el otoño con la pasión que pasa a dolor.
Hoja, flor y llama han caído y fracasado.
Y la belleza, la belleza desnuda se queda en el bosque.

Ramas de castaño desnudas contra una luna loca,
(Y algo que se mueve en el bosque)
las hojas que se mueven ligeramente y se levantan de la muerte.
Ramas que hacen señas y miran maliciosamente a la luz.
(Y algo que camina en el bosque)
¡Sonando y dando vueltas, las hojas están vivas!
¡Guiadas por la muerte en una danza diabólica!
¡Chillidos y balanceos de árboles aterrorizados!
Y el viento que va sollozando y temblando.
Y, el Miedo… ¡El miedo desnudo sale del bosque!

El camino de los sueños

El camino de los sueños conduce a la cima recto y blanco,
bordeado amplíamente con almendros a cada lado
del rosado color del delirio de la primavera.
Contra el ceño de las ramas marrones
las flores ríen y brillan dentro de mi sueño.
No hay alegría como la alegría en los sueños.
Arriba, arriba de la colina,
mis pies voladores van mágicamente alados y flotan.
Y, ¡cómo un pájaro que vuela a voluntad!
Así encontraré lo que Dios diseñó allí,
donde el campo abierto permanece ante mis ojos.

No hay miedo como el miedo de los sueños
el cual, veloz como la muerte, persigue rápido.
Me alcanza, hasta que siento al fin
sobre mi cuello su aliento helado.
¡El sueño está muerto!
¡La alegría ha huido!
El camino de los sueños
se dirige a la cima y brilla débilmente.
¡Oh! Sueño se más indulgente…
¿Qué hay más allá? Más allá de la cima.

Viernes Trece
(Dedicado a Agatha Christie, la indiscutible Reina del suspense)

La ciudad parece en calma desde mi ventana.
El aire es pesado y el ardor asfáltico
penetra por los recalentados pies
de los peatones que llevan unas cuantas
horas de constante actividad.

La contaminación casi se puede masticar
y un sol agresivo y sucio hace sudar
a los numerosos habitantes de la gran urbe.

Llega la tarde, un tremendo bullicio
de coches y tubos de escape amenizan
el ocaso y, otra vez, vuelta a una intensa actividad
animada por provocadores anuncios de neón.

Ya en la calle, con un aspecto desemejante al suyo,
enmascarado con el atuendo de un fatídico personaje,
sale de caza o a calmar sus más bajos instintos.

¿Quién será hoy su víctima?
Es viernes, día de licencia para casi todo.

29 mayo, 2000
Ana María Pantoja Blanco

3 comentarios en «Poemas, de Agatha Christie»

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