La verdadera amistad

Algo maravilloso y extraordinario, un milagro que se materializa. Un refugio que necesitamos las personas como apoyo en nuestras vidas. Un legado imprescindible que se nos otorga, aunque también requiere toda nuestra dedicación y lealtad.

Le llamamos amistad a la relación de afecto que se establece entre una o varias personas. Dependiendo de las circunstancias, las amistades pueden ser esporádicas o pueden durar toda una vida según su intensidad y magnitud.

La amistad surge cuando concurren inquietudes y sentimientos comunes entre los individuos, cuando se produce una situación de complicidad que suele demandar la confianza necesaria y el respeto mutuo.

Siempre se dice que los amigos son la familia que escogemos como compañeros de vida. La familia nos viene impuesta, las relaciones de pareja reclaman exclusividad, pero la amistad es la más pura imagen del amor en su máximo nivel de independencia, nadie nos obliga a ser amigos de quienes no queremos. Con el tiempo también podemos aprender a distinguir a esas personas hipócritas con intereses materialistas que pretenden engañarnos, casi siempre difíciles de detectar, y que a la larga pueden hacernos daño. Esa es, inevitablemente, una mala carta con la que tenemos que jugar.

La mejor manera de saber quien es un amigo de verdad es cuando la vida te pone a prueba. Esa es la persona que, en las peores circunstancias, siempre estará contigo de forma desinteresada, la que nunca te dará la espalda y te hará más llevadera la adversidad.

Los verdaderos amigos comparten su tiempo con nosotros libremente, quieren entendernos sin juzgarnos, discuten sus desacuerdos sin tratar de imponerse y, lo más importante, saben escuchar. Lo único que esperan a cambio es nuestra lealtad y que ese aprecio que nos brindan sea recíproco.

La auténtica amistad tiende a durar toda la vida por sus vínculos íntimos y profundos, sin ligaduras, fluyendo por sí solos. Los amigos legítimos no son incompatibles con tus otras relaciones, no te piden que renuncies a nada a lo que no quieras renunciar, no te estorban, es más, te ayudan a crecer como persona.

Un inequívoco amigo siempre te ayudará a conseguir tus metas y celebrará tus logros. Llorará y se reirá contigo en los malos y buenos momentos.

El filósofo británico Francis Bacon dijo que “la amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”. Por eso debemos recordar siempre, sí tenemos la suerte de encontrar a esa persona prodigiosa, no dejar nunca de cuidarla y valorarla, porque es el mejor patrimonio con el que podemos contar.

Y, no podemos olvidar nunca que lo que sustenta la firme amistad es el mutuo respeto y el mayor nivel de exigencia y dedicación. Lo mismo que tú te mereces, lo merece tu amigo, sin distingos ni limitaciones, sin juicios ni censuras, sin reproches ni reparos.

Será un tópico muy manido y mil veces repetido, pero es tan gráfico e innegable: “quién tiene un amigo tiene un tesoro”.

6 octubre, 2021
Ana María Pantoja Blanco

 Corazón de oro

(Dedicado a mi amiga María)

María es mi amiga, así de sencillo.

Ella tiene su vida, yo tengo la mía,
aunque me la llena cuando está vacía.

Si yo estoy enferma ella se preocupa,
y si estoy callada, ella no pregunta.

Si yo quiero hablar, ella siempre escucha
con toda atención.
Me da su consuelo, me da su opinión.

Si estoy preocupada,
me tiende su mano desinteresada.
Me ofrece su apoyo y no pide nada.

Esa es la amistad, hay que cultivarla,
hay que alimentarla con la lealtad.
Ahí tienes que estar, sin limitaciones,
no puedes fallar.

Yo tengo una amiga, yo tengo un tesoro,
ángel que vigila que todo esté bien.
Se llama María, corazón de oro.

22 diciembre, 1998
Ana María Pantoja Blanco

7 comentarios en «La verdadera amistad»

Deja un comentario