Estaba una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó llenándola de palabras.
¿No podrías haberme ahorrado esta humillación? -dijo enojada la hoja de papel a la tinta-. Tu negro infernal me ha arruinado para siempre.
No te he ensuciado -repuso la tinta-. Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel, sino un mensaje. Custodias el pensamiento de un hombre. Te has convertido en algo precioso.
En efecto, ordenando la escribanía, alguien vio aquellas hojas esparcidas y las juntó, para arrojarlas al fuego. Pero, reparó en la hoja «sucia» de tinta y la devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra.
Luego arrojó las demás al fuego.
Leonardo da Vinci (1452 Anchiano, Italia – 1519 Amboise, Francia). Genio de las artes y de las ciencias del Renacimiento italiano por sus portentosas aptitudes. Fue pintor, escultor, arquitecto, urbanista, anatomista, paleontólogo, botánico, científico, ingeniero, inventor visionario, músico y poeta.
Este extraordinario personaje, aparte de sus innumerables obras, escritos y tratados, nos dejó enseñanzas como éstas:
“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte”.
“Los hombres geniales empiezan grandes obras, los hombres trabajadores las terminan”.
“Quien de verdad sabe de qué habla no encuentra razones para levantar la voz”.
“No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el tiempo”.
“El placer más noble es el júbilo de comprender”.
“El que no valora la vida no se la merece”.
“La sabiduría es hija de la experiencia”.
Por sus múltiples talentos y acreditadas aportaciones, Leonardo da Vinci es considerado uno de los personajes más importantes de la historia universal, conocido y admirado por toda la humanidad.
Sin duda, un personaje extraordinario y un genio del Renacimiento que nos ha revelado muchas cosas, otras que todavía se mantienen ocultas y algunas otras que, desgraciadamente, destruyó debido a sus desastrosos experimentos y su inconstancia crónica.