Solo, en la desolada compañía de toda la ciudad,
deambulas sin rumbo por calles extrañas.
Nadie te presta la menor atención y
pasas desapercibido entre un mar de gente.
Un devenir apresurado de personas contrasta
con tu incógnita marcha a ninguna parte.
Nadie te espera y nadie te echará de menos.
Un claxon impersonal despierta tus sentidos
haciéndote apartar de su trayecto.
Eres un obstáculo nada más, algo que
se cruza en el camino de alguien que no
es nadie en ese momento, sólo premura.
Bienvenido al club, al club de la soledad…
el exclusivo club de una gran ciudad civilizada.
9 julio, 2002
Señora Gandhi
Conmovedor tu poema. ¡Cuántas soledades deambulan y nadie les presta atención!
Mala es la soledad, sin duda, y necesario buscar y tener la suerte de encontrar alguien con quien compartir ideas, pensamientos.