(En recuerdo de Manuel de la Torre Asensio, un amigo del alma)
Cuántas lágrimas caerán en nuestras copas después de haberte ido…
Con el dulce consuelo de la música y el fuego del alcohol
intentamos curar nuestras heridas,
porque tu cruel ausencia nos ha dejado desvalidos.
Qué vacío tan brutal en el alma todos hemos sentido,
porque formabas parte de nuestras vidas y eras un gran amigo.
Largo camino juntos llevamos recorrido…
Compartiendo viajes, compartiendo experiencias, compartiendo destino.
Compartiendo esa música en donde está guardada nuestra historia,
testigo de vivencias y recuerdos, huellas de nuestro tiempo ya vivido.
Gracias por todos estos años que juntos compartimos,
por tantas alegrías que juntos disfrutamos…
Compañero, camarada e inseparable amigo; quererte es tan sencillo…
No sonará Pink Floyd cuando llamemos…
Derribaste el impenetrable muro para conquistar tu eternidad y,
no somos más que ladrillos en tu muro.
Hoy un ángel de luz ha sido fiel testigo del terminal acorde de tu aliento
y ha tendido su mano para llevarte a lo más alto.
Allí donde tu alma inalterable de muchacho brillará más que nunca,
viviendo el más maravilloso de los sueños,
entre estrellas radiantes que libres nos sonríen.
Avanzando entre vientos, con ágil libertad hasta fundirse con el tiempo,
entre seres queridos… buscando eternidad, permaneciendo.
Déjame crear un sueño, ese sueño donde existamos todos juntos,
un anhelado sueño, en el que volvamos a reunirnos en nuestra eternidad.
Aunque ahora, las lágrimas enturbian mi emoción y no veo lo que escribo.
Te dejo un pedacito de mi corazón, que se vaya contigo…
Te queremos y nunca te olvidaremos.
25 abril, 2011
Ana María Pantoja Blanco
Impresionante….
Gracias por traer de nuevo tu despedida, homenaje a nuestro queridísimo amigo…
Sentimiento puro en esas líneas que emocionan Ana.
Maria José
Muchas gracias amigas…
¡Qué divinas palabras, Ana!. Y es que con estos recuerdos, cuanto más tiempo pasa, más se sienten y más cercano se nos hacen los ausentes.
Sí Jorge, perder a nuestro amigo nos rompió el alma… y, desgraciadamente, bien sabes tú de eso.