A mis margaritas les gusta el blues

Ya estamos en otoño…

Un otoño que todos presagian muy complicado debido, por una parte, a la crisis energética que estamos padeciendo como consecuencia de la guerra de Ucrania que parece no tener fin. Aún peor, se presagia un aumento gradual de la tensión en este conflicto bélico, provocado por un ser impredecible capaz de cometer las mayores locuras.

Por otro lado, continúa la amenaza de la Covid19 que, junto a la gripe, todavía sigue ahí acechándonos para poder hincarnos el diente cuando menos lo esperemos. Así que no parece que vaya a ser un otoño cualquiera, apacible, como los de siempre, como los de antes.

Afortunadamente, atrás han quedado esos días de insoportable calor que hemos sufrido este pasado verano y que, según vaticinan los expertos, se repetirá en los próximos años dado que esas elevadas temperaturas son resultado del cambio climático que estamos provocando al tocarle los cataplines a nuestro maltrecho planeta, al que no le gusta que se estén superando con creces los niveles de polución que contaminan nuestra atmósfera.

Parece ser que la Tierra, resentida y agraviada, toma venganza por estas agresiones generando extremas e insufribles temperaturas que hacen que los incendios sean incontrolables, que provocan lluvias torrenciales muy dañinas e intensas granizadas con bolas tan grandes como pelotas de tenis. Es verdad que siempre “después de la tormenta llega la calma” y un hermoso arco iris se inaugura deslumbrante en el despejado cielo azul.

Asimismo, nos predicen que también sufriremos extremadas y devastadoras nevadas –enérgicas “filomenas” invernales como la que ya tuvimos-, tsunamis, huracanes y algún que otro terremoto.

Tenemos que vivir tomando seriamente conciencia de este problema y poniendo todo de nuestra parte para no contribuir al enojo de nuestro hábitat, para que no nos castigue con tan tremendas calamidades.

Pero, pese a todo, pese a los malos augurios, a mis margaritas les gusta mucho el blues; esa música sosegada y melancólica que tanto me recuerda al otoño.

Según la explicación de Paul Oliver: “El blues representa la lucha del pueblo negro para recuperar su orgullo e identidad tras las humillaciones y sufrimientos de la diáspora africana y los doscientos años de esclavitud”.

Como personifica un “renacimiento”, a mis margaritas les gusta el blues. Escuchar un blues sereno en una tarde otoñal, las motiva cuando se están preparando para florecer. Mis margaritas son flores de otoño porque resurgen en esas fechas de todos los santos donde se honra a los difuntos para que no dejen de ser recordados.

Me encanta coger un libro y sentarme al sol amable del otoño a escuchar la selección de mis blues favoritos, que poco a poco he ido guardando en el Spotify, en una lista de temas que he ido elaborando y que me invitan a relajarme y a leer.

Para algunos, el blues es una música triste y nostálgica, pero a mí me suscita una profusa tranquilidad. Y, no digamos lo que les gusta a mis margaritas, tan ingenuas e inocentes, porque además ellas tienen la suerte de ignorar todas esas cosas que os contaba al principio que nos amenazan este otoño.

El otoño es una época de transformación. Nuestros árboles sueltan sus hojas, que tan bellamente envejecen, como el que se quita la ropa para estar más cómodo y se prepara para un buen descanso. En esta estación disminuyen las horas de luz y eso les da todavía más modorra. Las plantas duermen, sin que se dejen de oír los latidos de su corazón, hasta que la primavera las despierta para vestirlas de estreno. Las hojas batidas por el viento, bailando al son que toca, provocan nueva vida.

Al caer se descomponen y hacen que el suelo sea más fértil formando esa humedad tan beneficiosa para el resurgir de la naturaleza. Las hojas mueren para luego retoñar hermosas, fuertes y renovadas.

En otoño arrancan el frío, los platos de cuchara y los pucheros. Las campiñas nos regalan esos increíbles matices y colores de la naturaleza donde triunfan los rojos, azafranes, amarillos y ocres, todos fundidos en una embriaguez de tonos y rubores que componen unos paisajes de insuperable belleza, como los que tan magistralmente reflejaba en sus cuadros el genio de Van Gogh, uno de mis pintores favoritos.

(El viñedo rojo, el único cuadro vendido por Vicent Van Gogh en vida)

También es la época de las setas, de las cosechas y de las siegas. Alguien dijo: “lo que perdemos en flores lo ganamos en frutos”. Además, es el tiempo de las calabazas, las almendras, las avellanas y las castañas, que tan ricas están asadas y calentitas.

En otoño también se recolectan las uvas con las que se elabora el vino, ese caldo asombroso con el que acompañamos nuestras comidas y que nos hace la vida más placentera y alegre.

La lluvia reparadora y razonable es bienvenida, las calles mojadas simulan cuadros al óleo llenos de melancolía, no tengo más que recordar la hermosa ciudad de Santiago de Compostela barnizada por la lluvia, una hermosa composición difícil de olvidar.

He leído por ahí que también es la estación en la que se enamoran más personas, me gusta imaginar a las parejas paseando felices por los parques, danzando y fundiéndose en un abrazo al ritmo de un blues.

Adoro los atardeceres en esta época del año porque el sol que ya ha cumplido, va envejeciendo poco a poco, pausada y lentamente, mostrando su semblante más apacible. Cuentan también que ésta es la estación de la madurez, la sabiduría y los buenos consejos.

En definitiva, me encanta el otoño porque, además, huele tan bien.

El otoño suena a blues, por eso mis margaritas florecen en otoño.

12 octubre, 2022
Ana María Pantoja Blanco

Y, como dijo Paulo Coelho: “No hay mejor momento que el otoño para empezar a olvidar las cosas que nos molestan. Dejar que se suelten de nosotros como las hojas secas, pensar en volver a bailar, disfrutar de cada momento de sol, que todavía calienta, calentar el cuerpo y el espíritu con sus rayos, antes de que se vaya a dormir y se convierta en una débil bombilla en el cielo”.

7 comentarios en «A mis margaritas les gusta el blues»

  1. Muy hermoso Ana.
    Los atardeceres de otoño son tan bellos y de coloridos tan impresionantes que invitan un poco a la nostalgia y a la reflexión.
    Lo has descrito con mucho sentimiento y a mí me pasa como a tus margaritas, me encanta el otoño.

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