Los astros son el reflejo de tu radiante semblante
cuando se mira al espejo.
Tus ojos, lagos azules bajo el claro azul del cielo.
Puro el rocío de tus iris con la emoción de lo nuevo.
Tu boca fuente bravía que como fruta jugosa
revienta de lozanía.
Y el brillo de tus cabellos… No existe nada más bello
que el resplandor de la luz cuando ilumina tu pelo.
Tus senos dos panes tiernos, calentitos,
recién hechos…
Tu vientre promesa cierta, fértil pasión del deseo.
Tus manos dos avecillas que siempre están aprendiendo…
acariciando el amor, acariciando lo inédito.
Tu entera, la primavera, que está brotando su estreno.
¡Qué insolente juventud la que aflora de tu cuerpo!
18 abril, 2002
Ana María Pantoja Blanco
Es un poema muy hermoso, pura sensualidad.
Muy bonito.