Las mil caras del “veneno”

El “veneno”, por definición, se dice que es una sustancia química u orgánica que, introducida en el organismo, produce la muerte o graves trastornos.

Yo creo que el “veneno” existe, de alguna u otra manera, desde que existe el hombre. Al principio, supongo, que el primer ser en ingerir “veneno” debió hacerlo de forma accidental, hasta que alguien se percató que lo ingerido era un producto eficaz para librarse de alguien, sin violencia ni sangre, y de manera anónima la mayoría de las veces, pues es más complicado averiguar quién le ha administrado el “veneno” que quién le ha dado un hachazo en la cabeza.

El “veneno” puede ser fulminante o causante de muertes terribles y muy dolorosas. En otro tiempo, lo proporcionaban los alquimistas y las brujas, a ellos se acudía siempre que se quería solucionar un problema.

En las leyendas mitológicas ya se habla de su uso para alcanzar la liberación de un ser molesto y opresor. Desde muy antiguo se han buscado tóxicos que no dejasen huella. Para la escritora británica Agatha Christie el “veneno” era el arma preferida empleada en sus novelas de suspense y resolución de crímenes inexplicables.

Una segunda acepción del significado de la palabra “veneno” hace alusión a lo que puede causar daño físico o moral. De esto podemos deducir que lo serían, por ejemplo, las adicciones como el tabaco, las drogas y el alcohol que, aunque aceptadas socialmente, son claramente perjudiciales para la salud y pueden matarnos lentamente.

Luego existe el “veneno” del poder, la ira envenenada, la venganza.

Una mala relación es tóxica, te envenena.

El “veneno” también sirve como agente para el suicidio de los más cobardes que temen otras formas más violentas y dolorosas de perder la vida. Así como válvula de escape de los más audaces, tal como las píldoras de cianuro que llevaban y se tomaban los espías al ser descubiertos para no revelar sus fuentes ni desvelar la identidad ni jerarquía de las personas para quienes trabajaban.

Y, asimismo, dicen que se emplea para hacer justicia, como es el caso de la inyección letal que se administra a los condenados a morir en aquellos lugares en los que todavía está vigente el horror de la pena de muerte que yo, personalmente, rechazo espantada y estremecida.

E incluso, hay un “veneno” que cotidianamente se nos administra y que nos tragamos a diario sin ni siquiera darnos cuenta, se trata de la manipulación de los medios. Nuestras neuronas tienen que procesar todo ese “veneno” tóxico que sin misericordia se nos suministra, sin que exista ningún control ni rechazo por parte de nuestro organismo.

La contaminación es otro de los “venenos” que nos matará lentamente y se encargará de descomponer el planeta que tenemos que dejar como legado a nuestros descendientes. Es menos fulminante que las bombas bacteriológicas que se arrojan en las guerras, aunque también, tarde o temprano, intoxica el aire que respiramos perjudicando nuestros pulmones, adultera el agua y los alimentos que consumimos, y provoca la grave enfermedad del cáncer que hostiga y acosa a tantas personas.

Existe otro “veneno”, el “veneno” moral e ideológico que penetra en nuestro interior sin que nos demos cuenta y sin dejar que el cerebro reaccione. Si penetrara en nuestro estómago, seguro que nos haría vomitar, muchas noticias lo harían, al igual que la corrupción política, el nacionalismo fanático o el comentario crispado de un impresentable político que no busca más que la manera de engañarnos y enfrentarnos a nuestros peores instintos. Deberíamos rechazar esta basura informativa al igual que rechazamos un pescado podrido. Qué pena que el control de calidad que exigimos a nuestros alimentos no se utilice para desechar los productos en descomposición destinados al cerebro que, bajo la falsa bandera de la libertad de expresión, campan a sus anchas. Nosotros como individuos sanos y libres ignoramos que estamos siendo envenenados y manipulados por lo que leemos, oímos y vemos en los medios de comunicación, tan pocas veces honestos e imparciales.

Y, como conclusión, solo me queda decir que me gustaría conocer el antídoto para tanto “veneno” que anda suelto y circula impunemente por ahí sin control y sin medida, confiemos en que nuestro sentido común sepa detectarlo para mantenernos a salvo.

28 enero, 2019
Ana María Pantoja Blanco

2 comentarios en «Las mil caras del “veneno”»

  1. Algunas lenguas mal intencionadas también llevan veneno y son capaces de destruir la reputación de las personas, nos conviene mantenernos bien lejos de estas malas gentes.

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