(En la ilustración un óleo de Vladimir Volegov, de su serie “Mujeres”)
Dejemos un testigo,
que sea el tiempo.
Me da miedo mi vida,
qué nuestro amor entre de lleno.
No tenemos bastante con la tarde y la noche,
también nos queda amor por la mañana.
Yo temo vida mía que se hastíe
tu sed de amores y delirios…
¡Los años de distancia son tan grandes!
No quiero ser recuerdo de tu primer amor
en la flamante primavera de tu vida,
hoy nuestros cuerpos están completamente unidos
por el amor y el fuego de pasiones.
Yo prefiero la muerte antes
de que llegue el tiempo en que te canses.
Tú, tienes toda una vida por delante…
Mi vida está agotada,
exhausta de hacer locuras y contar mentiras.
Ahora que encuentro mi verdadero amor
de delirios, de pasiones…
¡Los años de distancia son tan grandes!
Dejemos un testigo,
que sea el tiempo.
Rafael Pantoja Antúnez
Precioso poema e ilustraciones.
Ahora entiendo tu buen hacer en el campo de la literatura Ana. Una poesía preciosa, conmovedora. De casta le viene al galgo.
Muchas gracias amigos.