(En la ilustración «El quitasol» de Francisco de Goya)
Nos gustan las lluvias de los campos.
¿Te acuerdas, amor de mis amores
cuando nos refugiamos en ese viejo árbol?
Cuando cesó la lluvia,
nuestros cuerpos mojados.
Tu llevabas una blusa de seda
con encajes bordados,
tus senos quedaron repujados.
Pisamos el bonito césped de ese valle,
el tacto de la hierba era tan suave
que parecía armiño plateado.
Quedamos dormidos por deseo y delirio
esperando nuevos amaneceres.
Ya nuestros cuerpos estaban secos,
lo mismo que los campos.
Los nuevos amaneceres de la vida
hay que aprovecharlos cada día.
Lo mismo que se nace cada día.
Lo mismo que se muere cada día.
Rafael Pantoja Antúnez
Amanece qué no es poco, una oportunidad para vivir intensamente cada día.