Es difícil describir con palabras el silencio…
Hay silencios amados, los que emanan de la complicidad de dos seres humanos que se quieren, esa clase de silencio donde las soledades se disipan.
Apreciamos también el sonido del silencio que forma parte de nuestra intimidad, el que nos permite oír nuestras reflexiones y atender a nuestro corazón.
Y también valoramos el que emana del cariño, de la fidelidad y del compañerismo. Dicen que la verdadera amistad llega cuando el silencio nos parece ameno, cuando las palabras no son necesarias pues se crea un vínculo mayor que se transmite sin sonido, bastando una mirada, una caricia o un abrazo.
Hay silencios ingénitos, las palabras no dichas llenan el universo… ¿Cuántas ideas habrán quedado no nacidas?
Silencios oportunos son los que disimulan nuestra ignorancia y nos previenen de la indeseable estupidez. Es cuando lo mejor es quedarnos callados porque desconocemos las respuestas y en esa circunstancia nos conviene no romper el silencio. Creo que fue Abraham Lincoln el que dijo “más vale permanecer callado y que sospechen tu necedad, que hablar y quitarles toda duda de ello”.
El silencio es vergonzoso cuando es tolerante ante la injusticia, ante los vencidos. Es miedo cuando un pueblo aterrorizado calla ante las amenazas y ante la dictadura de un tirano. Y muchas veces, las más terribles mentiras se dicen en silencio. El silencio tampoco nos redime del engaño.
El silencio es traición cuando alguien nos acusa y un amigo se calla, entonces se convierte en puñalada.
El silencio es censura cuando nos ignora, nos reprocha y no nos dirige la palabra.
Sufrimos en silencio cuando no nos quejamos, o lo que es peor, cuando nadie nos oye. Este es el silencio que a mí me da más pánico, el horrible silencio de nuestra soledad, de nuestro vacío. El silencio que te dice que nadie te espera y que nadie te echará de menos.
Y el silencio más triste es el de nuestra desesperación. Al abismo, por mucho que nos atraiga, no hay ni que acercarse…
El silencio es tributo, muestra de sumisión y de respeto que rendimos a personas admiradas y queridas, cuando se lo merecen o cuando concluye su existencia.
Yo sueño ese silencio, ese dulce silencio de mis seres queridos, de mi familia y de mis amigos al final de mis días. Ese último silencio será muestra palpable de que mi vida mereció la pena.
6 junio, 2011
Ana María Pantoja Blanco
“Allá donde sea que vayas, que el silencio sea tu palabra y la poesía, la magia de tu alma” (Arnau de Tera)
Qué profunda y hermosa reflexión sobre el silencio, tan cruel y a veces tan añorado.
Nada más cierto, amigo. ¡Saludos!